La muerte del Papa Francisco dio inicio a una serie de tradiciones funerarias con reformas que él mismo impulsó
La Iglesia Católica ha iniciado uno de sus ritos más solemnes y antiguos: la elección de un nuevo Papa. Este proceso, cargado de simbolismo, historia y tradición, marca una etapa crucial en la vida de más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo.
El Cónclave: Un ritual de siglos
La elección papal se realiza en el llamado Cónclave, palabra que proviene del latín cum clave, que significa “con llave”. Este nombre no es casual: los cardenales electores son literalmente encerrados en la Capilla Sixtina, sin contacto con el exterior, hasta que se logre elegir a un nuevo Pontífice.
El proceso está reservado únicamente a los cardenales menores de 80 años. Actualmente, 132 cardenales tienen derecho a voto. El objetivo: alcanzar una mayoría calificada de dos tercios para elegir al nuevo líder de la Iglesia.

Una ceremonia cargada de simbolismo
Cada día, los cardenales celebran una misa llamada Pro eligendo Pontifice, y después se trasladan a la Capilla Sixtina para emitir su voto en secreto. Los votos se colocan en una urna especial y se cuentan cuidadosamente.
Si no hay un resultado favorable tras cada ronda, los votos se queman junto con un producto químico que genera una fumata negra, indicando que aún no se ha elegido al Papa. En cambio, cuando se alcanza el consenso, el humo que sale de la chimenea es blanco, símbolo de que el nuevo Papa ha sido elegido.
¿Quién puede ser elegido Papa?
Aunque en la práctica el Papa es siempre elegido entre los cardenales, técnicamente cualquier varón bautizado puede ser elegido. Sin embargo, si el elegido no es obispo, debe ser ordenado inmediatamente antes de asumir su función.
Una decisión que marca una era
La elección del Papa no solo tiene implicaciones espirituales, sino también políticas, sociales y culturales. El nuevo Pontífice tendrá el desafío de liderar a la Iglesia en un mundo cada vez más globalizado, con grandes debates morales y sociales en curso.
Ahora, con los ojos del mundo puestos en la Ciudad del Vaticano, comienza la espera del tradicional anuncio: Habemus Papam (“Tenemos Papa”). Hasta entonces, el silencio y la oración llenan los pasillos sagrados del Vaticano.