Lo que empezó como un viaje soñado por el Caribe mexicano, terminó en un episodio que marcó por completo la vida de Cristian Andrés Cáceres, un joven chileno con síndrome de Down que hoy enfrenta daños graves en su columna tras un accidente en Xcaret Xailing.
Cristian y su hermana llegaron a Cancún el pasado 20 de junio con toda la ilusión de vivir unos días inolvidables.
Apenas llevaban dos días de vacaciones cuando todo cambió. El 24 de junio, mientras se dirigían al área de abordaje del ferry en Xcaret Xailing, Cristian tropezó y cayó de frente, golpeándose cara, cuello y cuerpo.

¿La causa? Falta de barandales, rampas adecuadas y accesos inclusivos, justo en un lugar que presume ser apto para personas con discapacidad.
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La pesadilla tras la caída: diagnósticos fallidos y una vida en pausa

La atención inicial fue en la oficina médica del parque, donde les aseguraron que solo se trataba de golpes leves. Firmaron un documento de atención médica (del cual no les dieron copia) y, confiando en lo que les dijeron, la hermana decidió seguir con el plan vacacional. Incluso lo llevó a una clínica privada, PlayaMed, donde confirmaron que no había fracturas. Así que, para no arriesgar más, compró una silla de ruedas y siguieron adelante.
Pero las cosas no mejoraron. El parque resultó ser un reto en sí mismo: rampas inexistentes, caminos irregulares y falta de ayuda para mover la silla hicieron que cada traslado fuera doloroso para Cristian. “El golpeteo del camino le dolía más que la caída, fue imposible seguir con las actividades”, contó su hermana. Aun así, Cristian aguantó el dolor hasta que la situación se volvió insostenible.

El 1 de julio lo llevaron al hospital Asura y ahí vino el verdadero golpe: traumatismo raquimedular. La caída había afectado su columna de forma severa, agravando una condición previa que estaba bajo control. Fue operado de emergencia, y su movilidad está comprometida. Hoy no puede mover ni sus piernas ni sus manos.

La familia tuvo que extender su estancia en Cancún, cambiar vuelos, hospedarse en un hotel y enfrentar todos los gastos por su cuenta. La hermana dejó su trabajo, canceló proyectos y hasta interrumpió la educación de su hija para cuidar a Cristian. Todo esto mientras espera una respuesta del grupo Xcaret.
“No hay accesos reales para personas con discapacidad. Promueven inclusión, pero la realidad es otra. Las actividades, tours y espacios no están pensados para personas con movilidad limitada”, denunció.
La familia ha solicitado un acuerdo extrajudicial que cubra gastos médicos, futuras terapias, cirugías y hasta apoyo económico por los meses que ella no podrá trabajar. Si no hay respuesta, no descartan acciones legales.

Por ahora, la historia de Cristian sigue escribiéndose entre hospitales, terapias y mucha incertidumbre. Pero también con la fuerza de una hermana que decidió alzar la voz para exigir justicia.